Buenos Aires, 23 de enero de 1946
Muy querido y gran maestro: Quien le escribe es un hombre que usted no conoce y que conoce a usted a través de sus obras publicadas. Le escribe para agradecerle por todo lo que ha hecho por la humanidad y para él mismo. Soy un hombre que, después de una infancia llena de alegría e imaginación, fue arrastrado por el torbellino de una sociedad decadente que no puede expresarse ni comprender nuestra época.
Durante este período de mi vida estudié ingeniería durante tres años, construí una casa a los 19 años, llevé una vida tonta mejorada por actividades como la navegación, la aviación, la vida de campo, etc. En 1938 a los 25 años un muy fuerte deseo de buscar la verdad me llevó a romper del todo con esta sociedad que me rodeaba. Consideré que el campo más propicio para desarrollar plenamente lo que sentía era la arquitectura porque encontraba en ella aspectos humanos: social, técnico, económico, político, plástico… y todo esto con grandes posibilidades de arte. Entré a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, donde encontré la misma sociedad académica de la que deseaba apartarme. En tres años y medio completé los seis años de estudio oponiéndome siempre a todo academicismo, reduciendo así al mínimo el tiempo de contaminación.
Al terminar estos estudios me enteré por casualidad de la existencia de usted. A usted no se lo mencionaba en la Facultad, sus libros no circulaban y casi no quedaba recuerdo de su visita a Buenos Aires. No me enteré de esta visita sino al salir de la Facultad. Por cierto, en cuanto hube conocido su existencia hice lo posible para conseguir sus libros y buscar todo lo que se relacionara con usted. Exploré todas las librerías de Buenos Aires en las que encontré algunos y escribí varias veces y por diversos caminos a países sudamericanos, a los EE.UU. y a Inglaterra para pedirlos, sin siquiera recibir respuesta. Igualmente traté por trámites ante las autoridades de la Facultad de obtener medios para hacerlo venir aquí (yo suponía que usted atravesaba una situación difícil-1940) pero sólo obtuve del Decano 1.500 pesos.
Al terminar mis estudios en 1941 me casé con Delfina Gálvez, también arquitecta, que me acompañó en el curso de mis primeros trabajos pero que actualmente ha debido alejarse del trabajo pues se debe al cuidado y a la formación de las tres niñas que hemos tenido desde entonces. Posteriormente conocí a algunos arquitectos que habían sido alumnos suyos. El caos en que el mundo ha caído, el academicismo que reina en todas partes (incluso sobre algunos discípulos suyos) y la necesidad de sacar a flote a la humanidad me deciden a comenzar sin pérdida de tiempo trabajos de revisión de valores, de síntesis en búsqueda de la verdad. Estos trabajos han fructificado, y fueron siempre orientados hacia la realización. Poco a poco, alrededor de ellos se ha formado un verdadero taller. Para entrar en él se exigen extraordinarias condiciones de moral y buena fe.
Mis primeros trabajos han sido hechos en el campo de la plástica, la arquitectura y el urbanismo. Actualmente las actividades y estudios del taller abarcan también campos más vastos, la teología, la filosofía, la sociología, la economía, etc. Mi búsqueda de la verdad me ha conducido a la Iglesia Católica y asigno una gran importancia al cumplimiento de esta etapa. El taller está formado por un espléndido conjunto de personas de talento. Los más jóvenes han terminado sus estudios universitarios desde hace un año, los otros son personas de gran valor y formación, dotados de sentido creador y trabajan también en otras cosas. El taller es extraordinariamente vivo. La obra de cada uno informa la de los demás. Debemos soportar una lucha terrible para poder mantenernos en plena pureza, sin concesiones. En ciertos momentos sólo nos ha sostenido la Providencia.
Hemos tenido muchas oportunidades para construir pero no hemos logrado realizaciones por no poder vencer la resistencia local, producto del academicismo o de cosas aún peores. Creo que de aquí a un año las necesidades de nuestro país harán posible la realización de esta obra. La Sra. Jane Bathory, que parte mañana para Francia, me ha ofrecido amablemente llevarle algunas muestras de mis trabajos. Le mando poca cosa a causa de la falta de tiempo para preparar copias y de la falta de material fotográfico en Buenos Aires. Mando sólo lo que tengo a mano, que en general, forma parte de mis primeros trabajos.
En estos estudios me proponía trabajar con la mayor libertad en el espacio lo que debía permitir: dar a la plástica todo su valor dirigir la técnica hacia soluciones espaciales resueltas con la mayor pureza. En suma, este sentido espacial de la arquitectura me permite responder a los problemas que plantea el urbanismo. Actualmente los trabajos de nuestro taller apuntan no a dar soluciones concretas sino a fijar criterios generales. Más adelante le enviaré estos trabajos entre los que figuran los de urbanismo.
He tenido referencias según las cuales usted está muy ocupado en la reconstrucción de Europa y con encargos del gobierno francés para la reconstrucción de Francia. Estoy totalmente dispuesto a hacerme útil en todo lo que usted necesite. Todo el taller está igualmente dispuesto a colaborar con usted.
Me permito, querido maestro, enviarle un abrazo con el mayor y más afectuoso respeto.
Que Dios lo bendiga.
Amancio Williams