Listado de proyectos de Amancio Williams vinculados al Río de la Plata
1943-1954 SALA PARA EL ESPECTÁCULO PLÁSTICO Y EL SONIDO EN EL ESPACIO
1945 AEROPUERTO DE BUENOS AIRES
1947 PLANEAMIENTO REGIONAL DEL DELTA
1949 BARCO IGLESIA Y SANIDAD PREVENTIVA
1949 BARCO PARA CATASTRO SANITARIO
1951 CASA EN EL TIGRE
1953 CASA EN EL DELTA
1957-1958 PLAN PARA EL PARTIDO Y LA CIUDAD DE TIGRE
1961 UBICACIÓN EN EL RÍO DE LA PLATA DE LA CRUZ DEL CONGRESO MARIANO
1969 CASA EN EL BOATING CLUB SAN ISIDRO
1972 MONUMENTO JUNTO AL TEATRO COLON
1978-1980 CRUZ EN EL RÍO DE LA PLATA
1974-1989 LA CIUDAD QUE NECESITA LA HUMANIDAD
El retrato de Amancio Williams fotografiado por Horacio Coppola pone el foco en la frontera natural de la ciudad: el Río de la Plata. Abajo a la izquierda, un pastizal pampeano logra romper la superficie de alquitrán y adoquines con la cual la ciudad niega el barro del arrabal. Un pilar emerge de la tierra sin perturbar la naturaleza mientras Williams ligeramente elevado mira el horizonte del río.
Su obra desarrollada en una Buenos Aires menguante durante la segunda mitad del siglo veinte introduce el Río de la Plata al imaginario cultural porteño, buscando combinar lo genérico del pensamiento moderno con el paisaje específico de la cuenca. La ciudad vanguardista en la cual nació y la confianza en la dimensión proyectual de la arquitectura y el urbanismo desconocía el devenir hacia una megalópolis plagada de proyectos inconclusos, contradicciones, desigualdades y disputas en el último rincón de Sudamérica hacia el sur.[1]
Amancio Williams vivió toda su vida en Virrey Loreto 1941. Su casa, ubicada donde la llanura deviene barranca, fue alguna vez bañada por las aguas del Río de la Plata. A lo largo de su carrera desarrolló todo tipo de proyectos vinculados con este paisaje, desde barcos-infraestructura flotando por los ríos del delta, el plan regional del área, el partido y la ciudad de Tigre hasta la meandrosa ciudad que necesita la humanidad espejada en la aguas del Río Paraná.
En su dibujo sobre la pampa, la ciudad y el río Amancio define al río como continuidad de la pampa infinita, iguala este territorio con el espacio abstracto y apoya allí sus autónomas obras. Su mirada de- fine una doble posibilidad de universalizar lo local y reivindicar sus especificidades, lineamientos conceptuales que predominan en sus experimentaciones arquitectónicas.
“Hacia abajo el precioso Río de la Plata, plateado en la luz mañanera; la extendida línea de costa del Uruguay; la visión de ese país y la sensación de que más allá se encontraba el continente Sudamericano. Des- de la línea costera hasta el horizonte, es decir hacia el Norte, el panorama estaba cubierto por la niebla de la mañana como un suave velo gris plateado que subía hacia arriba, hasta que mis ojos encontraban la quilla del Zeppelin, la grandiosidad de su casco y la explosión de la plateada luz.” [2]
En el texto previamente citado un joven Amancio piloto describe su experiencia de 1934 durante la recepción del Graf Zeppelin en la cual fue designado junto a una escuadrilla de cazas Fleet de la aviación civil para escoltar al dirigible sobre los cielos porteños. La cita evidencia su doble fascinación; por un lado, lo universal, extasiado por la modernidad y la tecnología representadas en la elegante llegada del Zeppelin con destino a la ciudad de Buenos Aires. Por otro lado, la descripción meticulosa del paisaje local rioplatense en su esplendorosa condición de humedal como escenario de este hito del progreso. La práctica como aviador le otorgó la visión desde arriba, la vida sobre la barranca le instruyó sobre el horizonte.
Los proyectos podrían considerarse utópicos, no obstante, la tenacidad técnica elaborada para su viable construcción las hacen parecer las mejores respuestas a los problemas modernos de la época. Es posible que el contexto argentino y las relaciones de producción existentes en ese momento hayan puesto límite a la materialización de sus exploraciones. En el Trabajo para fijar criterios y mostrar soluciones posibles, subtítulo del proyecto para el Aeropuerto de Buenos Aires desarrolla una serie de prototipos con diferentes opciones de ubicación, posibilidad de aumentar la cantidad de pistas, contemplar los futuros avances aeronáuticos, permitir la navegabilidad del cauce y que las condiciones climáticas y naturales no perturben el buen funcionamiento de la infraestructura. Es recurrente su voluntad de querer construir una obra del hombre contrapuesta a la naturaleza, una casa sobre el arroyo, un aeropuerto en el río, una ciudad en la Antártida. AW se embarca en el desafío expandir el campo de lo posible, de especular sobre escenarios futuros para pensar que necesita la humanidad; la cuenca del Plata parece ser un territorio fértil para sus indagaciones.
En 1971 sucede la Tragedia del Teatro Colón, la aeronave que trasladaba al cuerpo estable de baile se precipita sobre el agridulce río. Una falla en el motor produce el accidente del avión que cae estrepitosamente y golpea contra las aguas cada vez más marrones del Plata, la idea de progreso se comenzaba a desplomarse. Williams realiza el Monumento homenaje a los bailarines fallecidos, un obra de arte con el sello del espíritu de la época que contrapone memoria y modernidad. El dispositivo arquitectónico-espectáculo investiga las posibilidades del diseño articulando las fluctuantes apariciones de reflejos y transparencias en la experiencia del espectador, Amancio traslada cualidades del río al interior de la ciudad.
El pensamiento humanista de post-guerra de Williams lo orientó, dentro del plano de la especulación proyectual, al desarrollo de obras de gran escala con fenomenales capacidades transformadoras. En 1978 recibe el encargo desde la Municipalidad de Buenos Aires para rediseñar la cruz que había realizado para el Congreso Mariano y construirla sobre el río. La concreción de esta obra colosal hubiese transformado simbólicamente al Río de la Plata en el memorial acuático más grande del mundo. La cruz en el horizonte, un autoinducido caballo de troya, hubiera sido el monumento a los muertos y desaparecidos construido por la propia dictadura militar. El despilfarro de toneladas de hormigón armado estaría presente en todas las postales de la ciudad de Buenos Aires.
La representaciones de sus proyectos oscilan entre imágenes diagramáticas de abstracción universal en espacios indefinidos con inescrupulosos horizontes rectos y montajes minimalistas en sitios específicos. La contundencia comunicativa radica en que sus espacios aparecen sobre un territorio carente de singularidades, la superficie de contacto es la menor posible, reduciendo todo a lo indispensable, visibilizando la autonomía del espacio proyectado. La serie de fotografías Horizonte brillante del Río de la Plata es utilizada como matriz en varios de sus fotomontajes. Allí aparece el horizonte tajante y chato en la inmensa pampa líquida, la oscura superficie del indómito río y los destellos fluctuantes del cielo. Los negativos del Río de la Plata traducen su geografía a valores de blancos, negros y grises y en sus imágenes proyectuales se transforman en espacios arquetípicos, extendiendo la frontera del pensamiento sobre la frontera natural de la ciudad.
El devenir del Río de la Plata no fue tan glorioso como Amancio Williams imaginó. Sobre su cauce sedimentaron dibujos que fueron construyendo un delta de imágenes arquitectónicas. Los porteños hubiéramos podido caminar miles de metros cuadrados techados sobre un lodazal contaminado, navegar la pesadez del verano bajo las largas sombras del aeropuerto, observar su estructura deshacerse en luces parpadeantes en la espesura de la neblina y escuchar un rugido constante en el cielo de la costa. Posados sobre el río, la familia de proyectos y tecno-símbolos de sus fotomontajes contrasta con la soledad, el barro y los escombros de la margen más olvidada de la ciudad de Buenos Aires.
[1] Revista Crisis n39. Entrevista a Amancio Williams.
[2] La llegada del Graf Zeppelin a Buenos Aires, Amancio Williams.