Motivos para la selección del caso
Los proyectos para estos hospitales resultan de gran importancia tanto para el estudio de la trayectoria de Amancio Williams como para la historia de la arquitectura moderna en sentido amplio. Algunas razones sobre las que se sostiene esta afirmación y fundamentan la elección son las siguientes:
– Son un punto de condensación de alta densidad en el que se concentran algunos intereses sobre los que Amancio Williams había estado explorando en los años anteriores (la «arquitectura en el espacio», los «techos altos», la materialidad del hormigón armado) y a la vez una plataforma de partida para trabajos futuros. En consecuencia actúan como un punto de inflexión que hace posible realizar tanto una mirada retrospectiva como una proyección hacia adelante. Por lo tanto, su valor es central para una interpretación de la obra completa.
– Posibilitan comprender que Amancio Williams estaba en plena sintonía con algunas de las búsquedas y transformaciones que empezaban a perfilarse (algunas de modo muy incipiente) en la arquitectura de posguerra a nivel internacional. Cuestiones como la incorporación de dispositivos pasivos para el control climático, la integración de los elementos arquitectónicos y su organización funcional en una idea de sistema, la preocupación por la técnica en relación con la invención, las estructuras laminares de doble curvatura en hormigón armado, entre otras, atraviesan estos trabajos permitiendo, desde una mirada histórico crítica, considerar que la operación de Williams consistió en una profunda exploración sobre el proyecto arquitectónico.
– Como producto emergente de los proyectos para hospitales, surge una pieza arquitectónica que cobraría autonomía y tendría su propio recorrido en diseños posteriores: el elemento estructural al que el arquitecto denominó «bóveda cáscara», el que devino representación icónica de Amancio Williams y, por extensión, de la arquitectura moderna en Argentina.
Circunstancias
Los hospitales surgen por encargo del Estado Nacional en 1948. El año anterior Amancio Williams había sido convocado para asesorar a la Secretaría de Salud Pública de la Nación, estando a cargo el Dr. Ramón Carrillo, quien luego fue el primero en ocupar el cargo de Ministro al ser elevada al rango de Ministerio en 1949. Dentro del primer plan quinquenal del gobierno de Juan D. Perón, se creó un Plan de Salud que, entre otras acciones, distribuyó una importante cantidad de hospitales y centros sanitarios que se construyeron distribuidos en el territorio nacional.
En esas circunstancias a Williams se le asignaron los proyectos para tres hospitales en la Provincia de Corrientes, a ser ubicados en las localidades de Mburucuyá, Esquina y Curuzú Cuatiá, en zonas semi rurales relativamente aisladas. El clima del área geográfica, subtropical, caluroso, con intensa radiación solar y fuertes lluvias, llevó al arquitecto a imaginar modos de mejorar las condiciones de confort en los futuros edificios. En visita a los distintos sitios para seleccionar terrenos tomó sus propias fotografías, en las que se hace evidente el interés por documentar las galerías de los edificios tradicionales, un recurso que la arquitectura popular de la región históricamente adoptó como protección del sol y creación de sombras arrojadas, bajando con ello la temperatura de muros y solados.
Proyecto
Los proyectos resultantes se pueden leer como un sistema. No responde cada uno de ellos a particularidades únicas sino que los tres se organizan a partir de unidades funcionales similares, acopladas entre sí (servicios externos / servicios internos / servicios generales y complementarios), reunidos bajo una gran cubierta o «techo alto» como protección de las inclemencias climáticas. Estas grandes piezas podrían variar en tamaño y disposición pero respondiendo siempre a una lógica organizativa común, por lo que los hospitales se hubieran podido adaptar a otras localizaciones y demandas funcionales, e incluso tener posteriores etapas de ampliación. En consecuencia, los tres hospitales al no ser edificios singulares diferenciados sino que guardan correspondencias funcionales y formales entre sí, emiten un mensaje claro, el de pertenecer a una «familia de proyectos», sumando un factor que amplifica la operación política e identifica su pertenencia a un mismo plan. Con este criterio sistémico, Williams se instalaba en una lógica de proyecto que cobraría gran interés más adelante, y que en Argentina tendría un gran despliegue en la década de 1960.
Los «techos altos», resueltos con el sistema estructural de «bóvedas cáscara», generan una superficie continua que podía ser perforada quitando partes o módulos completos de la cubierta, que se elevaba a unos 12 m de altura por encima del edificio principal que se resolvía debajo, extendido en horizontal y mayoritariamente en una planta, por requerimientos del ministerio. De ese modo se podía controlar la incidencia del sol en distintas épocas del año y permitir su entrada en las áreas requerida y arrojar sombras sobre las demás, permitiendo que entre la cubierta y los edificios inferiores se desplace una gran masa de aire con libre circulación, recreando así las condiciones ambientales de la foresta mediante un «bosque artificial». En cuanto a las lluvias, estos grandes «paraguas» invertidos evacuaban las aguas pluviales por el centro de las columnas, que oficiaban a su vez de conductos de descarga.
Conviene destacar que el recurso del doble techo estaba siendo usado casi al mismo tiempo por Le Corbusier en Chandigarh en una latitud semejante (entre 28º y 30º) en el hemisferio opuesto, y que José Luis Sert, unos años después (1957), proyectaba para La Habana la sede presidencial en el «Palacio de las Palmeras» con un concepto muy similar al de los hospitales correntinos, incluso en aspectos formales. Las especulaciones de José Luis Sert y Paul Lester Wiener acerca de la necesidad de recuperar los patios como una característica de las tradiciones arquitectónicas latinoamericanas, facilitadores tanto del confort ambiental como de la sociabilidad, también tenían lugar en los hospitales, que contaban con un gran espacio abierto a modo de plaza pública central que organizaba las circulaciones públicas, y una serie de patios menores. Estos dos ejemplos son apenas una muestra de la capacidad de Williams de ubicar su arquitectura a la par de lo que sucedía en el mundo en los ámbitos más avanzados, mostrando un pensamiento propio y muy elaborado.
Las cáscaras
Los «techos altos» fueron un interés que, según Williams, se le había comenzado a manifestar hacia 1939 (cuando aún era estudiante). Los hospitales para Corrientes fueron la oportunidad de ensayar una sofisticada versión de aquellas ideas previas. Explorando las condiciones del hormigón armado (un material con el que tenía una afinidad manifiesta y una importante experiencia obtenida en la construcción de la «Casa sobre el arroyo»), la búsqueda se orientó hacia las láminas delgadas que ganan resistencia por su forma con doble curvatura. Este era un tipo de estructuras para el que no había certezas y el cálculo científico aún no daba fórmulas válidas, por lo que apelando a sus conocimientos de ingeniería y a su clara vocación experimental e inventiva, Williams desarrolló el proceso tal como lo hicieron otros que, en el mundo, estaban siendo pioneros trabajando en esta dirección (Eduardo Torroja, por ejemplo, y algo más tarde Félix Candela, Heinz Isler y otros). El método, entonces, fue experimental, mediante ensayos de aproximación con modelos en escala sometidos a carga proporcional y comprobación posterior.
A pesar de no haberse construido los hospitales, cuyos proyectos ya estaban terminados en 1951, la unidad estructural a la que Williams denominó «bóveda cáscara» continuó como elemento autónomo participando de distintos proyectos constituyéndose en una pieza icónica, en la que se conjugan una idea de belleza universal y atemporal con un sentido riguroso de la técnica en beneficio del resultado formal, como lo había pronunciado el propio Williams en 1949: «en cuanto a la forma: la invención y el descubrimiento en correcta relación con la materia y la técnica». Con ello, se puede concluir, Amancio Williams había desarrollado un nuevo orden arquitectónico, un orden moderno.
Imágenes seleccionadas:
De estos hospitales por lo general se conocen muy pocas imágenes, que se repiten en la mayoría de las publicaciones (plantas, vistas, cortes, perspectivas de los proyectos en su versión final). Sin embargo en el archivo se encuentran alrededor de 700 láminas (entre bocetos y planos) a lo que hay que sumarle cientos de páginas de correspondencia, fotografías y un cómputo y presupuesto detallado.
Fotografía tomada por Amancio Williams en Mburucuyá, julio de 1948. Interesa por la mirada del arquitecto sobre los contrastes en convivencia: a la izquierda la sombra en la galería de la arquitectura tradicional, al fondo una casa «seudo moderna» a plena luz del sol, sin atenuantes; en el centro de la calle otra vez el contrapunto en el transporte, el automóvil y los caballos.
Lámina de bosquejos. Interesa porque se hacen evidentes dos intenciones tempranas: la de organizar la planta mediante «paquetes funcionales» y la de disponer de una doble cubierta con un «techo alto».
Plano de anteproyecto. Interesa porque mediante colores se definen claramente los «paquetes funcionales» que serán adaptados y repetidos sistemáticamente en los tres hospitales. También porque en la vista de fachada aparece una versión de «techos altos» en forma de pirámides, luego descartada y sustituida por las «bóvedas cáscara».
Planta de instalación sanitaria del hospital de Curuzú Cuatiá. Interesa porque es una muestra del grado de desarrollo alcanzado en estos proyectos.
Plano de carpintaría del hospital de Esquina. Interesa porque es una muestra del grado de desarrollo alcanzado en estos proyectos.
Planta de estudio de asoleamiento. Interesa porque indica el grado de análisis efectuado para la cuestión del confort ambiental, al estudiar la proyección de la incidencia de los rayos solares y el control de su penetración en los edificios mediante el «techo alto», durante distintas épocas del año.
Planta de iluminación cenital. Interesa, por una parte, porque muestra la distribución de lucernarios (en violeta) y espacios abiertos en la gran cubierta superior (en celeste) y, por otra, el tratamiento estético aplicado a la planimetría.
Perspectiva. Dibujo de Jacobo Saal y Helvidia («Pampa») Toscano de Saal. Interesa porque es una de las imágenes más difundidas y pone en valor la relación de la cubierta como mediación entre la horizontalidad del paisaje y la amplitud del cielo haciendo evidente la idea de «bosque artificial».